El entusiasmo por celebrar el día de la canción criolla no es el mismo. Cada vez se ve menos personas tener esa algarabía de años anteriores donde el criollismo tenía sus épocas de oro con exponentes como el Zambo Cavero o Lucila Campos donde las familias se reunían numerosamente y bailaban al ritmo de este género.
Lo que me lleva a preguntar: ¿Murió la música criolla?, lo primero que se me viene a la mente es el comentario que hizo Pedro Suárez Vértiz a una concursante en un programa de televisión sobre que si sigue cantando música criolla solo tendrá trabajo en fiestas patrias. Las críticas le llovieron por todos lados al apolítico favorito de los peruanos.
No obstante, hay algo de cierto que podríamos sacar de sus declaraciones y es el hecho de que ya no encontramos exponentes de este género actualmente, vemos el crecimiento de nuevos grupos o cantantes de rock, salsa y rap, pero no de algún cantante de música criolla que cante canciones propias. Esto es un punto importante para que las nuevas generaciones no sientan tanto apego a este género por el hecho que otros están ocupando ese lugar.
Sin embargo, a pesar de lo mencionado anteriormente, Halloween no es que haya ocupado en su totalidad ese vacío que deja la el día de la canción criolla. Esta festividad en nuestro país, si bien es cierto que se festeja, no es algo del que todos los niños participen activamente cada año. Se ve poco compromiso tanto de padres como niños de decorar las casas o salir disfrazado a pedir dulces, es muy raro en estos días ver una gran cantidad de casas adornadas con la temática tenebrosa que el día amerita.
El tema del 31 de octubre tiene varias aristas porque también está el factor de la edad, es poco común ver a adultos ser los impulsores de Halloween en sus casas, es más algo que los niños hacen, aunque el tema de la tecnología afecta a ambas festividades. Y el día de la canción criolla es tema más de personas adultas que aprovechan el feriado para reunirse con sus amigos o familiares y celebrar.
También está la posibilidad de que ambas festividades se mezclen, como, por ejemplo, hacer una fiesta de disfraces con personajes importantes de nuestra historia. Esto es tan atractivo como para adultos y niños. Introduciendo así a las nuevas generaciones a nuestra cultura sin la necesidad de estar obligándolos ha hacerlo, sino que ellos tomen esa iniciativa.
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