El estadio más importante del país ha sido escenario de tragedias, emociones, tristezas y llantos. Un 15 de noviembre del 2017, la casa de la selección vivió uno de los partidos más importantes de su historia y tal vez el que más emocionó a varias generaciones tras recordar diversas frustraciones en el mismo lugar.
Luego de 36 largos años, Perú lograba una impensada pero sufrida y agónica clasificación al mundial ante Nueva Zelanda. Nunca antes se había vivido algo parecido en todo el país, que se paralizó desde tempranas horas para apoyar a la selección. Era el día que muchos peruanos estaban esperando, y por fin nos tocaba celebrar aquella emotiva noche.
El Estadio Nacional, se pintó de rojo y blanco en todas sus instalaciones, nunca antes se había visto tan hermoso. Un mural inmenso acompañaba las tribunas en representación de lo que ese partido significaba para la afición. Era nuestra noche y así lo entendieron los jugadores que cumplieron lo prometido. Al pitazo final, lo que era un sueño muy lejano ansiado por la hinchada, terminó siendo realidad. Perú volvía a una copa del mundo.
Esta vez, el llanto no era de tristeza, no era de nostalgia ni era de frustración. Esa noche, el llanto era de alegría, de felicidad, de orgullo. La fiesta nacional se desató por todo el país y el Estadio de Lima, una vez más, fue testigo de una inmensa celebración. Este jueves, se cumple un año y Perú vuelve al Nacional a medirse frente a Ecuador. Reconocidos por la FIFA como la Mejor Hinchada del Mundo, diversos grupos en apoyo a la selección realizan murales fuera de las instalaciones del estadio, pues definitivamente no habría mejor forma que rememorar aquella noche, con un triunfo frente a Ecuador.
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